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Armas, contrabandistas y el asesinato de un periodista en la frontera entre Paraguay y Brasil
Durante años, las empresas importadoras han inundado Paraguay con más armas de las que el país podía absorber. Ahora, siete medios de comunicación —coordinados por Forbidden Stories y OCCRP como parte de la Alianza Paraguay— rastrean la cadena de suministro que alimenta a los grupos del crimen organizado en la región: desde los países de origen, hasta los importadores que están siendo investigados por tráfico de armas.
- Tres empresas importadoras representadas por las mismas personas físicas están inundando el mercado paraguayo con más armas de las que el país demanda.
- Una de las importadoras, Global Hawk Defense (GHD), está siendo investigada por contrabando de armas y ha sido señalada por autoridades estadounidenses por posibles vínculos con el tráfico de armas.
- Armas importadas por GHD han sido incautadas a bandas criminales.
- Pistolas Glock importadas por GHD fueron incautadas en los domicilios de los presuntos implicados en el asesinato del periodista Leo Veras en 2020.
- Algunas pistolas Glock encontradas a manos de redes criminales organizadas en Paraguay fueron exportadas a través de empresas subsidiarias en Europa, América Latina y Estados Unidos, donde los controles de exportación son menos estrictos.
Por Mariana Abreu y Magdalena Hervada (Forbidden Stories)
8 de julio de 2025
Con Sofía Álvarez Jurado, Phineas Rueckert (Forbidden Stories) y equipo de OCCRP
En 2005, el periodista brasileño Lourenço Veras, conocido por sus amigos como “Leo”, llegó a la ciudad fronteriza de Pedro Juan Caballero, en Paraguay. Tenía entonces 37 años.
La primera vez que lo vio, el reportero local Cándido Figueredo llevaba ya más de dos décadas cubriendo el crimen organizado en la zona para el nacional ABC Color. Su incansable labor periodística sobre los narcotraficantes locales le había valido protección policial permanente y una casa fuertemente protegida que él mismo describiría más tarde como “una prisión”.
Veras estaba en las antípodas de esa situación. Era una “cara nueva” en la ciudad, recuerda Figueredo en conversación con Forbidden Stories. “Cuando llegó [en alusión a la primera escena del crimen que cubrió en Pedro Juan Caballero], todos lo miraban”. Veras traía consigo una amplia red de contactos en la ciudad hermana de Pedro Juan Caballero, Ponta Porã, que daba nombre a su portal de noticias, Porã News, donde escribía sobre crimen organizado, policía y tráfico en la frontera. Antes de darse cuenta, Figueredo y Veras ya estaban trabajando juntos.
Cada vez que se encontraban, Veras le pedía a la esposa de Figueredo que le preparara un café: “Tem café aí?”, en portugués. Figueredo, que trabajó con él durante nueve años, recuerda que cuando se lo terminaba siempre decía entre risas: “Me voy a buscar otro, porque el que me serviste no estaba rico, estaba frío”. Así era Veras, un “sarcasmo espectacular” entregado con una sonrisa. Su amigo y compañero lo describe como un reportero y fotógrafo sumamente talentoso, que a menudo lograba ser el primero en llegar a la escena del crimen, tomando fotografías desde distintos ángulos para luego compartirlas con el resto de los periodistas.
Su trabajo le suponía una amenaza constante en Pedro Juan Caballero, donde siete periodistas han sido asesinados desde 1991. En un documental de 2017, Veras reflexionaba sobre ese peligro: “Todos tenemos que morir algún día. Sólo espero que no sea de forma muy violenta; tal vez un solo disparo, sin causar demasiado daño”.
Apenas tres años después de esas declaraciones, el 12 de febrero de 2020, Figueredo y Veras comenzaban a preparar su próxima investigación sobre el contrabando de armas en la frontera. Pero esa misma noche, mientras el periodista brasileño cenaba con su familia, dos hombres encapuchados irrumpieron en su domicilio y le dispararon doce veces. Lo encontraron con un paño manchado de sangre sobre la boca que, según el informe policial obtenido por Forbidden Stories, fue colocado tras el tiroteo para enviar un mensaje: silenciar al periodista.
Los sicarios fueron vinculados al Primeiro Comando da Capital (PCC), una poderosa organización criminal brasileña que domina el tráfico de drogas y armas en la frontera con Brasil, y que tiene vínculos conocidos con figuras políticas influyentes en el vecino Paraguay. Advertido por fuentes de inteligencia de que él sería el próximo, Figueredo hizo una bolsa con lo esencial y huyó con su esposa a Estados Unidos, donde aún hoy vive exiliado. “Nos quedamos mirando cinco minutos nuestra casa, sólo mirando nuestra casa, y luego nos alejamos”, recuerda Figueredo. “Todo lo que teníamos en este mundo quedó allí”.
Ahora, Forbidden Stories continúa el trabajo de los reporteros, sacando a la luz parte de la compleja cadena de suministro de armas cortas que abastece a las bandas criminales en la región. Nuestro consorcio ha identificado tres empresas importadoras —representadas por las mismas personas físicas— que están inundando Paraguay con armas fabricadas por Glock, una empresa austríaca mundialmente reconocida por sus pistolas semiautomáticas.
La ruta de los cartuchos
La policía nunca recuperó el arma del crimen de Veras, pero las vainas que quedaron en el suelo ofrecieron detalles únicos sobre lo ocurrido ese día. Al disparar, la pistola imprime unas marcas microscópicas en ambos componentes: bala y vaina. Éstas funcionan como una “huella digital única” del arma, que en este caso se trataba de una pistola Glock 9 mm, según la Asociación Brasileña de Periodismo de Investigación (Abraji). Un posterior análisis forense de la policía reveló que esa misma arma había sido utilizada en otros siete asesinatos o intentos de asesinato, todos vinculados al PCC.
Los informes policiales del caso mencionan otras pistolas incautadas en las propiedades de los presuntos sicarios, de las cuales la mitad fueron identificadas por nuestro consorcio como Glock 9 mm. Aunque estaban legalmente registradas y no parecen estar vinculadas oficialmente a actividades ilegales previas, estas armas se encontraban en posesión de individuos sospechosos de tráfico de armas y crimen organizado. Su mera presencia señala una tendencia más amplia: la creciente proliferación de pistolas Glock dentro de las redes criminales.
A excepción de una, todas las pistolas Glock 9 mm rastreadas fueron importadas entre 2016 y 2019 por un único distribuidor autorizado: Global Hawk Defense, uno de los principales importadores de Glock en Paraguay.
GHD se presenta como una “ventanilla única para todas las necesidades del Gobierno en materia de Seguridad y Defensa”. Sin embargo, no hay registro público de contratos entre la empresa y el gobierno paraguayo, a pesar de que la ley exige que dichos acuerdos sean de acceso público. En cambio, una parte importante de las armas que importa legalmente ha sido obtenida por grupos del crimen organizado.
A fines de 2024, dos empleados de GHD —Alicia López y Jesús Domínguez— fueron imputados en Paraguay por tráfico de armas, tras vender decenas de pistolas y otros equipos “de manera irregular”, según consta en el expediente de acusación. GHD y el equipo legal de López no respondieron a las solicitudes para expresar su versión de los hechos.
Pruebas del caso “indican que lo que hacían [GHD] era utilizar otras empresas más pequeñas como supuestos compradores y, además de eso, utilizaban documentación de personas que no tenían nada que ver con las compras de esas armas. Era muy grande la cantidad de armas que ellos estaban vendiendo, y evidentemente la hipótesis es que [estas armas] iban para grupos armados regionales, más todo lo que tenga que ver con PCC y demás grupos criminales brasileños”, declaró a Forbidden Stories una fuente cercana a la investigación. En un comunicado de prensa de 2024, GHD afirmó estar cooperando con las autoridades y enfatizó que los presuntos actos involucrarían a personas ajenas al directorio de la empresa.
Incautadas al otro lado de la frontera
En febrero de 2022, el Departamento de Justicia de Estados Unidos se puso en contacto con el fiscal paraguayo Marcelo Pecci —quien sería asesinado meses después durante su luna de miel en Colombia. En el mensaje, se adjuntaba un informe de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés), que expresaba preocupación ante posibles vínculos de GHD con el tráfico de armas.
Para entonces, GHD ya estaba conectada a 477 rastreos de armas de fuego realizados en América Central y del Sur, según documentos a los que tuvo acceso nuestro consorcio. De esos casos, 430 correspondían a armas recuperadas en Brasil, y todas, especifica el informe, eran pistolas Glock —El Dr. Andrei Serbin Pont, director del laboratorio de ideas regional CRIES, afirmó que las bandas criminales brasileñas suelen abastecerse de armas en Paraguay, donde los “controles más laxos” facilitan la adquisición, en contraste con las regulaciones más estrictas de Brasil. Esta cifra probablemente representa sólo una fracción de las armas en circulación, ya que contempla únicamente aquellas incautadas por las autoridades brasileñas con números de serie legibles. Los grupos criminales suelen limar o eliminar estos números para evitar ser rastreados. Según Bruno Langeani, consultor senior del Instituto Sou da Paz de Brasil, “si se incluyeran las armas con números de serie borrados, el total de casos probablemente ascendería a miles”.
La ATF no respondió a la solicitud para expresar su versión de los hechos que le hizo llegar Forbidden Stories.
Documentos de la Policía Federal de Brasil, obtenidos por Forbidden Stories, muestran una pistola Glock 9 mm fabricada en Estados Unidos, que fue importada a Paraguay por GHD (código de importador GHD-PY) y a la que posteriormente le fue raspado el número de serie, antes de ser incautada en Brasil. Fuente: Documento de Forbidden Stories.
Estas armas incluían pistolas Glock procesadas para exportación desde Estados Unidos, pero no todas las Glock tienen su origen en el país. Datos comerciales de ImportGenius muestran que, hasta la aprobación del decreto de suspensión temporal de la importación de armas de fuego y municiones en Paraguay en 2023 —que otorgó a la Dirección de Material Bélico (Dimabel) la facultad de suspender temporalmente las autorizaciones de importación de armas—, una parte de los envíos de GHD también provenía de Europa, específicamente de Austria, donde se encuentra la sede de Glock; y de Eslovaquia, donde la empresa cuenta con una planta de fabricación.
La red de Global Hawk
Las primeras importaciones de armas de fuego de GHD a Paraguay datan de 2016. Como “representante” de esta empresa, los registros públicos sitúan a un exsoldado del ejército israelí convertido en empresario: Dário Karmel. GHD se trata sólo de una pequeña parte de su amplio portafolio, ya que Karmel también es director de otros dos importadores de armas con licencia: Seguridad Inteligencia y Tecnología del Paraguay (SIT Paraguay) y DSR.
El nombre de SIT Paraguay figura junto al de GHD en un informe de 2017 de la Policía Federal de Brasil, obtenido por Forbidden Stories. Ambas empresas se encuentran entre los siete principales importadores paraguayos cuyas armas fueron incautadas posteriormente en Brasil en relación con el crimen organizado, indicando “que probablemente llevaron a cabo las mayores ventas de armas traficadas,” según señala el informe. Esto implicaría que estas empresas podrían ser responsables de desviar armas hacia el crimen organizado.
Los registros públicos muestran que entre 2010 y 2021 se adjudicaron contratos gubernamentales por millones de dólares a SIT Paraguay y DSR. Uno de estos contratos revela que el Ejército de Paraguay compró más de 3 millones de dólares en escopetas Colt a SIT Paraguay entre 2011 y 2014.
Otro dato relevante: hay personas que desempeñan roles simultáneos en las tres empresas. Por ejemplo, Eran Alon figura como director de SIT Paraguay y también como socio fundador de GHD en los documentos oficiales de la empresa. Sebastián Pekholtz también ocupa diversos cargos directivos. Alicia López —que actualmente enfrenta cargos por contrabando vinculados a GHD— también es empleada de SIT Paraguay y DSR.
“Lo que podemos concluir ‘a priori’ es que evidentemente hay un vínculo entre las empresas, y que ella [Alicia López] en realidad es una persona a utilizar, un mando medio”, una fuente cercana al caso, que pidió anonimato porque no estaba autorizada para hablar públicamente, declaró a Forbidden Stories. “Normalmente, los que están por encima de la cadena de responsabilidades casi no aparecen en los documentos, pero sí es un indicador [de] que está vinculado y [de] que las empresas son al final son una misma”.
GHD, SIT Paraguay y DSR no respondieron a las solicitudes para expresar su versión de los hechos. El equipo legal de López dijo que su clienta habría tenido una “sobrecarga de trabajo y desconocimiento sobre las resoluciones de Dimabel”, según ABC Color.
“Una barbaridad” de armas
Varias empresas que importan las mismas armas, todas vinculadas a las mismas personas, apuntan a un posible mecanismo para evitar el escrutinio: repartir las operaciones entre distintas entidades legales, permitiendo a estos actores importar grandes volúmenes de armas sin atraer atención sobre ninguna compañía en particular. “Creo que, evidentemente, para el vendedor inicial es menos llamativo […] que importen dos empresas [a que lo haga] una sola en cantidad significativa, para un país donde tenés siete millones de habitantes”, dijo a Forbidden Stories la fuente anónima mencionada previamente.
GHD, SIT Paraguay y DSR, los tres principales importadores de pistolas Glock en Paraguay, fueron responsables de importar al menos 29.140 armas Glock entre 2013 y 2023, según datos aduaneros analizados por Forbidden Stories.
“Es una barbaridad”, sostuvo el Dr. Serbin Pont. “Son muchas armas para un mercado tan pequeño”. Los expertos coinciden en que el mercado interno de armas en Paraguay ya está saturado, y la demanda de consumidores no justifica semejante volumen. “Si uno calcula el beneficiario final, nunca va a ser en Paraguay, porque hay una cantidad excesiva de armas para lo que realmente se puede importar en Paraguay, para lo que puede autorizarse la tenencia”, añadió Cecilia Pérez Rivas, exministra de Justicia y asesora en seguridad.
El juego de la responsabilidad
Los expertos señalan que el volumen de armas importadas por estas empresas debería hacer saltar todas las alarmas a los fabricantes. “Cuando se observa el volumen de armas exportadas a Paraguay, es mucho mayor que la capacidad del país para absorberlas internamente”, afirmó Langeani.
Cuando Glock amplió sus operaciones en EE.UU. en 2013 a través de su subsidiaria Glock Inc., comenzó a llegar un mayor número de pistolas a Paraguay desde ese país.
Documentos de la Policía Federal de Brasil, obtenidos por Forbidden Stories, revelan una pistola Glock 9 mm, fabricada en Estados Unidos, que fue importada a Paraguay por SIT Paraguay (bajo el código de importador SIT-PY) y a la que posteriormente se le borró el número de serie, antes de ser incautada en Brasil. Fuente: documento de Forbidden Stories
Un análisis realizado por Forbidden Stories incluyendo 117 armas Glock incautadas por las autoridades en Brasil y Paraguay reveló que aproximadamente 89 provienen de Estados Unidos. Además, diez eran pistolas Glock, fabricadas en Austria, y exportadas a su filial estadounidense, Glock Inc. Estas exportaciones se realizaron bajo licencias austríacas con la condición de que fueran destinadas exclusivamente al mercado interno de Estados Unidos. Otras siete pistolas fueron ensambladas en Eslovaquia y exportadas bajo licencias eslovacas, y sólo tres provenían directamente de Austria.
Estos datos muestran que, aunque Glock tiene su sede en Austria, con estrictas regulaciones de exportación, la mayoría de estas ventas se canalizaron a través de países con licencias de exportación más flexibles, como Estados Unidos, donde la administración Trump se retiró del Tratado sobre el Comercio de Armas y relajó los controles de exportación en el comercio de armas.
Además, la mayoría de las ventas de Glock a Paraguay parecen haberse realizado mediante filiales intermediarias en Panamá y Uruguay.
Glock no respondió a las solicitudes para expresar su versión de los hechos; no aclaró sus relaciones comerciales actuales o pasadas con GHD, SIT y DSR, y tampoco explicó qué supervisión ejerce sobre las ventas de sus subsidiarias a Paraguay.
Algunos gobiernos latinoamericanos han tomado medidas contra los fabricantes de armas que consideran responsables del flujo de armas ilegales que inunda sus territorios. En México, donde más del 70 % de las armas utilizadas por el crimen organizado han sido rastreadas hasta únicamente un 3 % de los fabricantes estadounidenses, el gobierno presentó una demanda contra seis empresas de EE. UU., entre ellas Glock, alegando un “daño masivo” causado por las acciones de los demandados al facilitar activamente el tráfico ilícito de armas hacia los carteles y otros grupos criminales. El caso fue finalmente desestimado por la Corte Suprema de Estados Unidos, que declaró: “La demanda de México no alega de manera plausible que los fabricantes de armas demandados hayan ayudado o instigado las ventas ilegales de armas por parte de los vendedores a los traficantes mexicanos”.
“¿Qué tendría que hacer una empresa responsable? Tiene que monitorear y sancionar a su línea de distribución. O sea, todos los que venden sus productos tendrían que observar determinado estándar para que el crimen organizado no acceda a esas armas”, explicó a Forbidden Stories Alejandro Celorio Alcántara, exconsultor jurídico de la Cancillería mexicana. «Hoy, estas empresas no tienen ninguna responsabilidad, no están obligadas a garantizar que sus productos no terminen en manos de criminales”.
Sin embargo, el consenso sostiene que la responsabilidad es compartida. “Todos están tratando de echarle la culpa al otro, y la verdad es que está repartida, en mayor o menor medida, en todos los niveles”, declaró Henry Ziemer, investigador asociado del Programa de las Américas en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), a Forbidden Stories.
“La mayoría de las desviaciones ilegales no provienen del fabricante. En mi opinión, ocurren en eslabones subsidiarios de la cadena: robos de arsenales ya almacenados, sobornos y corrupción dentro de las fuerzas del orden, del ejército, y malas condiciones de almacenamiento y transporte”, argumentó la Dra. Rachel Bolton-King, profesora asociada de Ciencias Forenses en la Universidad de Nottingham Trent. “Hay muchísimas vías distintas por las que un arma puede acabar en manos del crimen”.
Las consecuencias para quienes quedan atrapados en el fuego cruzado son personales y, en ocasiones, letales. Todos los presuntos sicarios implicados en el asesinato de “Leo” Veras, detenidos inicialmente en 2020, han sido liberados desde entonces. Su crimen, como el de otros tantos periodistas antes que él, sigue impune.
“Uno se pregunta, ¿verdad? Si valió la pena”, reflexionó Figueredo en conversación con Forbidden Stories. “Yo viví 25 años totalmente aislado de la sociedad, rodeado de armas, y de protección policial. Nunca pude irme a un restaurante. Hasta hoy tengo muchos problemas para caminar por la calle, me sobresalto con cada ruido. Y en este país [Estados Unidos, donde vive exiliado] hay ruido por todos los lados”.
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